El Tempranillo es sin duda una de las uvas más icónicas del viñedo español. Pero cuando esta variedad, históricamente asociada a regiones del norte, se cultiva bajo el sol mediterráneo y en altura, como ocurre en Clos de Lôm, su expresión cambia: gana personalidad, carácter y una elegancia que sorprende.
Te invitamos a conocer la historia de esta uva, su adaptación al clima de Terres dels Alforins y las características que hacen del Clos de Lôm Tempranillo un vino único en su categoría.
Un clásico español: el origen del Tempranillo
El nombre Tempranillo proviene de su ciclo temprano de maduración. Esta variedad de piel gruesa y pulpa jugosa se ha cultivado en la península ibérica durante siglos y es la base de muchos de los vinos más reconocidos de España.
Genéticamente, el Tempranillo surge de un cruce natural entre Albillo Mayor y Benedicto, y ha demostrado una gran capacidad para adaptarse a distintos climas y suelos. Aunque tradicionalmente asociada a climas más frescos, en los últimos años ha encontrado un hogar ideal en regiones con influencia mediterránea.
El viñedo de Clos de Lôm: donde el Tempranillo se reinventa
En Clos de Lôm cultivamos nuestro Tempranillo en una única finca familiar de 300 hectáreas ubicada en Terres dels Alforins, en el interior sur de la provincia de Valencia. A 600 metros de altitud, el viñedo goza de una combinación singular de clima, altitud y suelo que influye directamente en la calidad de la uva.
Los suelos arcillo-calcáreos, pobres en materia orgánica, ofrecen un drenaje excelente y obligan a las cepas a profundizar en busca de agua y nutrientes, favoreciendo una mayor concentración en la uva.
La brisa del Mediterráneo, que sopla a tan solo 55 km, refresca las viñas durante las tardes cálidas del verano. Y la notable amplitud térmica entre el día y la noche durante el periodo de maduración permite conservar acidez natural y potenciar los aromas varietales.
Las cepas de Tempranillo de Clos de Lôm, plantadas en vaso y en secano, tienen una edad media de 30 años. Esta viticultura tradicional y sostenible forma parte del compromiso de la bodega con el entorno y la autenticidad del vino.
Vendimia y elaboración: mimo desde la cepa hasta la copa
La vendimia de Clos de Lôm Tempranillo se realiza manualmente durante la tercera semana de septiembre, siempre a primeras horas de la mañana para preservar la frescura y los aromas de la uva.
En bodega, las uvas se despalillan, estrujan y encuban en pequeños depósitos de acero inoxidable. Se realiza una maceración en frío de unos seis días para potenciar la extracción de aromas primarios, utilizando remontados suaves mediante gas comprimido para no dañar el grano.
La fermentación alcohólica se lleva a cabo a temperatura controlada (26 ºC), seguida de una fermentación maloláctica cuidadosamente dirigida mediante una selección propia de bacterias lácticas, que permite estabilizar el color y afinar la textura del vino.

Notas de cata: potencia, elegancia y equilibrio
Clos de Lôm Tempranillo presenta un color rojo cereza con reflejos violáceos, brillante y atractivo. En nariz despliega una explosión de frutas rojas maduras, como mora, ciruela y cassis, complementadas por notas golosas de bombón inglés y un sutil fondo tostado.
En boca es un vino potente, armónico y elegante, con taninos maduros y redondos, buena estructura y una acidez que aporta frescura. El final es largo, sabroso y con una persistencia que invita a otro sorbo.
Gracias a su equilibrio entre fruta, estructura y frescura, el Clos de Lôm Tempranillo es un vino muy versátil. Acompaña especialmente bien:
- Arroces mediterráneos, como arroz de pato o al horno
- Embutidos ibéricos y carnes curadas
- Guisos especiados y platos de cuchara
- Carnes rojas a la brasa y caza menor
- Quesos curados, semicurados o patés de campaña
Un Tempranillo con alma mediterránea
Clos de Lôm Tempranillo demuestra que esta variedad clásica española puede ofrecer nuevas lecturas cuando se cultiva en condiciones excepcionales. En esta finca de altura, rodeada de historia y bañada por el sol del Mediterráneo, la uva cobra vida de una forma distinta: más vibrante, más honesta, más nuestra.